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 Tomado de Art Nexus, Julio-Septiembre 1994
   

Antonia Eiríz: Una apreciación
   
Por Giulio V. Blanc
                                                                                                                                       Traducción por Magdalena Holguín
   
Nacida en 1929 en el suburbio de Juanelo de La Habana, Antonia Eiríz se graduó de la Academia de San Alejandro en ésta misma ciudad en 1958 y surgió pronto como una figura nueva e importante en un momento crucial de la historia artística y política de Cuba. Desde el punto de vista artístico, la década de 1950 presenció el surgimiento de una tercera generación de modernistas, sucesores de figuras pioneras tales como Amelia Peláez, Wifredo Lam y René Portocarrero.

Muchos de los jóvenes pintores y escultores de éste período, siguiendo las tendencias prevalecientes en Nueva York y en Europa, se volvieron hacia la abstracción. A comienzos de la década de 1960, el "arte revolucionario" se impuso por sobre la abstración y otros estilos. Los innovadores afiches propagandísticos, las escenas de las heróicas milicias campesinas de Servando Cabrera Moreno y los Che Guevaras inspirados en el Arte Pop de Raúl Martínez se convirtieron en la marca internacionalmente reconocida del arte cubano.

Algunos artístas intentaron hallar un equilibrio entre el arte "clásico" cubano, la abstracción y el arte "comprometido". Antonia Eiríz es el ejemplo más destacado de éste tipo de artista. Eiríz estaba vinculada con los artístas abstractos y simpatizaba con sus objetivos. En el fondo de su corazón, afirma, prefiere la abstracción. Sus dibujos y pinturas lo muestran constantemente, pues evita los detalles precisos en favor de pinceladas sueltas y un efecto general de forma y color. Si bien la figura siempre esta presente, se encuentra definida por referencias dispersas a rasgos identificables.  En éste respecto se asemeja a De Kooning y a Dubuffet, dos artístas por los que profesa gran admiración.

En lo que concierne a las declaraciones políticas, éstas aparecen a un nivel universal. Eiríz ha tomado siempre como temas la capacidad del hombre para la crueldad y la arrogancia del poder; pero a semejanza de Goya, con quien acertadamente se la ha comparado, Eiríz se detiene en el aspecto humanista de las cosas más allá de todo comentario literal. La angustia, la tristeza, la paranoia y la soledad son los elementos que interpreta en sus imágenes expresionistas. Aunque lo anterior pueda reflejar la experiencia del artísta del tiempo y del espacio, también la trasciende.

La obra más conocida de Eiríz, “La anunciación”, con su aparición de rostro de calavera y la atemorizada costurera, alude al terror que produce la visita inesperada de un espíritu maligno. Pero la emoción primaria en éste caso es aquella que experimenta cualquier persona confrontada a un ataque de angustia, un secuestro, un asalto criminal o un golpe en la puerta a la medianoche en un gobierno represivo. Podría decirse que las pinturas de Eiríz y los trabajos en blanco y negro sobre papel de los últimos treinta años son variaciones sobre “La anunciación” y otras obras de los años sesenta. Esto resulta evidente en la exposición de lienzos pintados en Miami en 1993, presentados en la galería Weiss-Sori de dicha ciudad en diciembre pasado.

“Crucifixión” muestra a tres homúnculos que danzan en las llamas de un infierno abstracto. “En Naturaleza muerta” encontramos una apagada multitud de espectadores fantasmales en duelo en torno a un cadáver cubierto. “Entre líneas” pinta a una persona agonizando contra el trasfondo de un muro dorado, de rica textura: sobre é1, rostros de ojos vacíos gritan como si contemplaran una corrida de toros. En “Paisaje interior” una enorme criatura con la boca abierta intimida a cuatro formas abatidas y desprovistas de rostros.

Esta escena se repite en “Esta gente” que, con su esquema cromático rojo, blanco y azul, tan distante de los colores oscuros que habitualmente utiliza la artísta, parece sugerir la bandera cubana. En otras pinturas, Eiríz despliega ordenadas hileras o pilas de cabezas decapitadas que recuerdan a los Tzompantlis del Mexico precolombino.

En la actualidad, Antonia Eiríz vive y trabaja en el hogar de su sobrina Susana Barciela en Miami. El hecho de que utilice una silla de ruedas no le impide crear lienzos a escala monumental. Modesta, de sonrisa críptica análoga a la de la esfinge, habla poco y prefiere dejar que el espectador llegue a sus propias conclusiones acerca del significado de su arte.

La entrevista que aparece a continuación tuvo lugar en febrero. En ella suministra visiones sibilinas que revelan algo de su desarrollo como artísta. Eiríz es admirada en su país de origen y en el exterior por su honestidad intelectual y moral, por su influencia en estudiantes como Tomás Sánchez y Ever Fonseca y por su contribución a la educación y apreciación del arte a nivel popular. Ciframos ahora grandes esperanzas en una nueva fase productiva de su carrera.
   
Blanc: ¿Cual era el ambiente artístico de La Habana de los años cincuenta? ¿Con la llegada del Grupo de los Once y la pintura abstracta no fue ésa una época de transición?(1)

Eiríz: Los años cincuenta fueron para mi los momentos de mayor cubanía en todo sentido: la ropa, la música, el arte, etc. Los Once querían que se mpliara ás la visión artística, no sólo pintar "lo cubano". Se reunían en casa de Raúl Martínez. Pintores y escultores como Tomás Oliva, Guido Llinás, Antonio Vidal y Hugo Consuegra. La única vez que estuve en casa de Portocarrero fue cuando fuimos a verlo porque é1 estaba    molesto con ellos. Le explicaron que no estaban en contra de é1, pero también le enfatizaron que como jóvenes debian aportar cosas nuevas. Yo compartía las ideas de Los Once, pero nunca forme parte del grupo.
 
Blanc: ¿Cuales son los pioneros del modernismo cubano que más le interesan?

Eiríz: Me interesan todos: Amelia Peláez, Milián y Portocarrero…. Para mí Acosta León es un pintor extraordinario, de talla universal. Y los paisajes de Víctor Manuel. Qué útil hubiera sido para mí si los hubiera visto cuando estaba en la academia. Hace una abstracción del paisaje cubano como lo hizo Cezanne con el paisaje francés. Fue un gran pintor.   
   
Blanc: ¿Y los europeos y norteamericanos?

Eiríz: Se ha hablado de la influencia de Goya. Sin embargo en ése entonces yo no conocía bien a Goya. Quizás me influyó por las raíces españolas que tengo. Por otro lado, me catalogan dentro del expresionismo, pero siempre quise ser una pintora abstracta. Me encantan De Kooning, Kline, Tapies, Miró y Dubuffet. Cezanne fue el que me salvó para los paisajes en la academia. Elimina lo superficial en la pintura. Orson Welles hablando del cine dijo que lo importante de un director no es lo que tiene que poner, sino lo que tiene que cortar. Eso es válido para el pintor también. Yo dmiraba mucho los pintores abstractos, pero al pintar me salían cabecitas y muñecones a mi pesar. También al Grupo CoBra.(2) Hubiera querido pintar con ésos colores brillantes.

Blanc: ¿Y Francis Bacon?

Eiríz: Me gusta mucho su pintura.

Blanc: ¿Como empezó a pintar?

Eiríz: Nunca me he creido pintora. Me cuesta muchísimo trabajo pintar. Quería ser diseñadora de modas. Mis hermanas pagaron para que fuera a una escuela de dibujo comercial. Mi hermana Mercedes, que estaba en Nueva York, me dijo que debía entrar en San Alejandro. Recibí una beca de 29 pesos al mes, una supuesta beca. No había ni para materiales. Los artístas de vanguardia pensaban que graduarse de San Alejandro era como un estígma, que los pintores de San Alejandro eran mediocres. Pero más tarde supe que Amelia se había graduado de ahí.
 
Blanc: “La anunciación” (1963) es un ícono de la pintura cubana. La figura de la mujer cosiendo sorprendida por un angel exterminador es alucinante, imposible de olvidar. ¿Como llegó a pintar ése cuadro?

Eiríz: Guido Llinás era para mí muy importante, como un maestro. Me decía: Ud. tiene que pintar, es una pintora. Un día me habló de una pintora mexicana que había hecho una Anunciación moderna. Un ángel negro. Se me ocurrió que iba a pintar uno también. Miré otras anunciaciones, de Fra Angélico, de Leonardo. Me sirvió el Giotto para el color, los azules, las texturas y los angelitos llorando. Quise hacer una anunciación moderna. La figura de la mujer no es una figura clásica, es una figura popular.

Blanc: ¿Y la máquina de coser?

Eiríz: Quizás sea porque yo bordaba ropa de niños. Un pintor chileno, viendo el cuadro en el Museo Nacional en La Habana, me dijo que era un retrato de mi madre pero no lo hice pensando en ella y realmente se parece.

Blanc: ¿Por qué después de 1968 se retiró del mundo artístico en cuanto a exposiciones personales y colectivas?
   
Eiríz: Cuando me hicieron esos comentarios de que mi pintura era "conflictiva" llegué a creerlo. “La tribuna”, por ejemplo, se iba a premiar y no se premió a raíz de las críticas. Un día vi todos los cuadros juntos por primera vez en mucho tiempo. Me dije a mi misma: Esta es una pintura que expresa el momento en que vivo. Si un pintor puede expresar el momento en que vive, es genuino. Asi que me absolví.

Blanc: Hablemos de su interés en la artesanía.

Eiríz: El pintor también es un artesano. De pronto surgió el papier maché. Yo no me lo propuse pero de pronto me vi envuelta impartiendo clases a los niños y los grupos familiares de mi barrio. Esa enseñanza fue un gran aporte para mí: según iba enseñando iba aprendiendo cómo era la forma más sencilla de hacer un trabajo creativo y descubrí que sólo con la participación se logra el acercamiento popular al trabajo  artístico. Continué dando cursos por toda la isla no solamente a grupos familiares sino a instructores de arte. Hoy en día hay un movimiento popular cubano en papier maché.

Blanc: En sus palabras para el catálogo de la exposición de Weiss-Sori, Consuegra la llama una sibila y dice: ésta pintura es post-apocalíptica; lo que quedó en el tintero de San Juan el Teólogo; más allá del séptimo sello; la mañana siguiente al Armagedón.

Eiríz: Me encantan ésas dos palabras “sibila" y “apocalíptica". Yo creo en todo lo que no se ve. Todo tiene una causa, pero no se ve. Uno no ve los agujeros negros, pero parece que existen. Un día mi hijo me hizo la carta astral y salió eso de la pintura. Estoy marcada.
  
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Notas:
(1)  El Grupo de Los Once fue compuesto originalmente  por Francisco Antigua, José Antonio, René Avila, José I. Bermúdez. Agustin Cárdenas, Hugo Consuegra, Fayad Jamis, Guido Llinás, Tomás Oliva. Antonio Vidal y Viredo. El grupo expuso por primera vez en La Rampa (La Habana, abril de 1953). Mas tarde Raúl Martínez reemplazó a Bermúdez, quien se habia ido a los Estados Unidos.

(2)  El Grupo CoBrA compuesto por, entre otros, Karel Appel y Pierre Alechinsky, era un gruoo de expressions figurativos europeos fundado a finales de los años cuarenta. El nombre viene de las ciudades Copenhague, Amsterdam y Bruselas en donde Vivian estos artistas. 
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Giulio V. Blanc, historiador y crítico de arte, fue Asesor Editorial en los Estados Unidos de Art Nexus/Arte en Colombia.  
 


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